sábado, 30 de agosto de 2014

La Filosofía en los Pluralistas

Al último grupo de filósofos del periodo presocrático puede otorgársele el título de pluralistas debido a que multiplican el principio de toda la naturaleza, predominantemente unívoco en los pensadores anteriores. Dentro de esta corriente hacen parte Empédocles de Sicilia, Anaxágoras de Clazomene y Demócrito con Leucipo. Estos buscadores de la verdad intentan conciliar el principio parmenídeo con la realidad que presenta la experiencia, es decir, unificar lo que la razón conoce con el testimonio que presentan los sentidos.
Empédocles, natural de la localidad de Agrigento, acoge el principio de Parménides de la univocidad del Ser; pero, en contraste con éste, no rechaza la existencia de la realidad como los sentidos la presentan, puesto que no se ha de abandonar ninguna vía de conocimiento ni tampoco establecer un valor absoluto en uno de ellos. En este vía, el siciliano propone a los cuatro elementos (agua, tierra, fuego y aire) como el arjé de toda la realidad, afirmando que éstas raíces son eternas e indestructibles y los distintos entes son transformaciones de cada uno de los elementos. No obstante, ¿por qué surgen los constantes movimientos causando todos los entes? Empédocles, siguiendo la línea de los contrarios de filósofos predecesores, asevera que el Amor y el Odio son los opuestos que hacen que los elementos se congreguen, reúnan y producir las cosas (Amor), y, por otro lado, se segreguen, separen y corrompan (Odio).
En otra línea, surge Anaxágoras como el filósofo de las homeomerías (semillas ilimitadamente pequeñas, invariables, inertes, cualitativamente distintas entre sí y eternas), siendo éstas existentes desde siempre y la causa de la multiplicidad de las sustancias, dado a que estas partículas están en todo. Todos los entes poseen su génesis por la mezcla o agregación de homeomerías y lo que diferencia a las cosas entre sí son las variadas proporciones de las uniones. ¿Todo esto ocurre por azar o por un principio externo a este fundamento? El aborigen de Clazomene afirma que hay un Nous o Inteligencia que ordena las semillas y que está fuera de la materia. El Nous conforma el Todo pero no está en el Todo. A ella sólo le compete iniciar el torbellino cósmico por el que las cosas comienzan a distinguirse y a configurarse, es decir, su finalidad es dar movimiento a las homeomerías para que éstas se ordenen en distintas proporciones y constituyan la realidad.
Finalmente, están los atomistas Demócrito y Leucipo. Ellos eran muy parecidos a Anaxágoras en el sentido en que proponían como primer principio unas partículas infinitamente pequeñas, eternamente móviles en el vacío e indivisibles (átomos). Los átomos poseían distinta forma, tamaño, proporción y figura, las cuales permitían que cuando se juntaran con otros por su misma naturaleza móvil, configuraran todos los entes de la naturaleza. Los atomistas, de este modo, fueron los fundadores del azar, puesto que no se preocuparon por encontrar causas a su filosofía, sino que todo ocurría por la simple necesidad.

Se concluye, pues, que los pensadores pluralistas no se conformaron con lo que Parménides, gran causante de esta toma de reflexionar en la filosofía, aseveraba sobre la Univocidad del Ser, ya que no explicaba la pluralidad y diversidad de los fenómenos de la natura. Esta multiplicidad no podía venir de una unidad, sino que ha de provenir necesariamente de lo múltiple. Empédocles (con el Amor y la Discordia), Anaxágoras (con las homeomerías) y Demócrito con Leucipo (con los átomos), al querer afirmar el movimiento, no se contentan con su existencia, buscando una causa a la movilidad y cambio de las cosas. Así pues, en los pluralistas, están siempre latente la multiplicidad del principio (lo múltiple originando a lo múltiple) y la razón por la cual eso existe.  

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